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Hipersexualidad – Una vida en torno al sexo

El apetito sexual varía de una persona a otra. No existe un denominador común para determinar cuántas veces es lo “normal” que un hombre o una mujer experimenten el deseo de la copula sexual.

Muchos matrimonios sufren porque uno de los dos tiene más ganas que el otro. Quien tiene menos apetito sexual se conforma con menos actividad sexual y se siente satisfecho. Quien desea más, se frustra.

En la práctica sexológica profesional no es frecuente encontrar a personas cuya actividad sexual sea sostener cinco o más relaciones sexuales por día. Hay parejas que llevan este ritmo por quince años o más, hasta que se harta quien tiene menor deseo sexual; busca ayuda profesional, o abandona al hipersexual.

Fredo es un hombre de 28 años, casado, su esposa Ana es atractiva y deportista. Ambos sostienen relaciones sexuales diariamente por insistencia de Fredo, solo que él no completa con lo que tiene en casa y sale de “cacería sexual”. Es conocido en lugares públicos donde conoce mujeres dispuestas a ir con él a la cama, aparte de que tiene “amigas con derechos”. No considera que esté realizando ninguna acción reprobable y solo requiere no ser descubierto por su esposa. Su vida sexual, aunque frecuente y variada, lo deja totalmente insatisfecho. No ha obtenido hasta el momento una satisfacción plena.

Loreto, es una dama de 30 años, soltera, quien denomina su vida como una “soledad acompañada”, haciendo referencia a ese sentimiento que le acompaña día con día, cuando al caer la tarde pesa en el ánimo la idea de no importarle a nadie. Una noche, sin darse cuenta, la masturbación empezó a llenar esos espacios de tiempo en soledad. Posteriormente, salió a recorrer bares y antros y comenzó a acostarse con hombres a quienes conocía en esos sitios. Eran relaciones sexuales sin sentido ni búsqueda, tan solo sexo ocasional para sentirse abrazada. El calor y sudor de esos cuerpos varoniles le proporcionaban una sensación de seguridad. A diario abría su correo electrónico; entraba en una conversación de las llamadas “líneas calientes” y acordaba un encuentro casual con un hombre o mujer. Su vida se había convertido en “un asco” y no sabía qué hacer. La desesperación la obligó a buscar ayuda con un terapeuta sexual. Fue el primer paso en la búsqueda de recuperar la tranquilidad mental.

¿SEXUALIDAD SANA O ENFERMA?

Existen grados diferentes de interés en la sexualidad, hay quienes sostienen una relación sexual con su pareja una vez a la semana y se sienten satisfechos; otros, en cambio, requieren masturbarse dos o tres veces al día y no encuentran satisfacción o complacencia.

Muchos hombres y mujeres abren páginas pornográficas desde su computadora dos o tres veces en el día; los menos, sostienen dos, tres, a veces más de siete relaciones sexuales al día.

Quien suma todas estas conductas sexuales a diario y aún siente insatisfacción sexual recibe el calificativo de hipersexual, adicto al sexo o maniático sexual. En otra época, a la mujer que buscaba parejas sexuales de manera frenética le llamaban ninfómana y al hombre de apetito sexual insaciable le decían sátiro.

El concepto de ninfomanía hace alusión a la mujer sexualmente insaciable, que busca relaciones sexuales con hombres conocidos y desconocidos, comportamiento que se atribuye a un furor uterino.
La versión masculina de un apetito sexual insaciable es conocida con el nombre de satiriasis. Ambas denominaciones han caído en el desuso, recibiendo en la actualidad la denominación de hipersexualidad.

La hipersexualidad se constituye como una necesidad incontrolable y compulsiva a sostener relaciones sexuales con personas, animales, masturbarse o fantasear sexualmente de manera frenética. Requiere la repetición de estos episodios sexuales que no logran satisfacer emocional o físicamente a quien la padece.

ORIGEN Y SEÑALES DE ALARMA

Un apetito sexual fuera de control, un deseo de experimentar la copula, ardor y calor en la vagina, tirantez y pesadez del pene, dan inicio a la búsqueda de un encuentro sexual frenético, masturbación compulsiva o exponerse a la pornografía por varias horas al día o días enteros.

La hipersexualidad se presenta en hombres y mujeres, pero se sabe muy poco acerca de su frecuencia debido a que es un trastorno mental y sexual que se oculta.

No existe una explicación consistente para la hipersexualidad. Algunos trastornos psiquiátricos como la bipolaridad se asocian a esta conducta sexual excesiva; el uso de drogas o el alcoholismo también tienen participación. No hay una explicación sólida. Se le ha llegado a considerar un trastorno obsesivo compulsivo que puede desencadenarse después de una situación de abuso sexual, convirtiéndose en un trastorno de estrés postraumático.

Quienes padecen una conducta sexual compulsiva se involucran con facilidad en relaciones sexuales con desconocidos, no se involucran emocionalmente con ninguna pareja, usan con frecuencia llamadas telefónicas a “líneas calientes”, visitan sitios pornográficos en internet, la masturbación es frecuente y compulsiva, disfrutan excesivamente de sexo violento, exhibicionista y arriesgado

Estos rasgos deben ser tomados en cuenta para detectar a tiempo a quien esté cayendo en una sexualidad insaciable e insatisfactoria.

La búsqueda frenética de placer sexual puede ser utilizada para disminuir o manejar sentimientos de inadecuación, baja autoestima, concebirse como mala persona mediante una autocrítica devastadora.

La sensación de “soledad acompañada” es decir; no valer nada para nadie, puede llevar a las personas a una depresión profunda que se mitiga con sexualidad compulsiva.
Quien es víctima de hipersexualidad no disfruta esta conducta sexual excesiva, la sufre y requiere de evaluación médica y psicológica.

¿EXISTE TRATAMIENTO?

Por ser una conducta compulsiva, en muchos casos requiere de internamiento, a fin de que el paciente pueda adquirir la capacidad de manejar su impulso sexual desbocado.

El tratamiento de la hipersexualidad combina medicamentos, psicoterapia individual y grupal. La expectativa actual de terapia correctiva de esta conducta está orientada a su atención de manera permanente dado que se le considera una adicción

La pareja y la familia del paciente compulsivo sexual tienen que involucrarse en el proceso psicoterapéutico, pues también se enferman con él. Los pacientes que cuentan con una familia interesada y participante en todo el tratamiento tienen un buen pronóstico.

La hipersexualidad no es una conducta pervertida sexual, es un trastorno sexual que le impide a quien lo padece el goce y disfrute de su sexualidad. Requiere del conocimiento y comprensión para su atención y tratamiento.

Fuente: http://www.sexologosilvestrefaya.com