Cuando escuchamos la palabra “sexólogo”, muchas personas imaginan algo escandaloso o fuera de lo común. Pero la realidad es muy distinta. La sexología es una ciencia seria que estudia la sexualidad humana y el comportamiento sexual desde una perspectiva integral. Y quienes se dedican a esta disciplina no solo atienden consultas sobre orgasmos o deseo sexual, también educan, investigan y transforman la manera en que entendemos el placer, las relaciones y el cuerpo.
¿Qué es exactamente un sexólogo?
Un sexólogo es un profesional especializado en sexualidad humana. Algunas personas se enfocan en la parte clínica —como terapeutas sexuales que trabajan con pacientes en consulta—, mientras que otras se dedican a la investigación, la educación o incluso al desarrollo de políticas públicas en temas de salud sexual.
Lejos de los estereotipos, los sexólogos no están “obsesionados con el sexo”, ni ven casos “extraños” todo el tiempo. La mayoría atiende personas comunes con situaciones comunes: bajo deseo sexual, desconexión con su pareja, problemas para alcanzar el orgasmo o inseguridades en la intimidad. Su objetivo principal es mejorar la calidad de vida sexual y emocional de las personas desde un enfoque profesional, empático y libre de prejuicios.
¿Qué se necesita para convertirse en sexólogo?
Aunque existen programas de grado y posgrado en sexología o sexualidad humana, muchas personas llegan a esta profesión desde campos como la psicología, sociología, antropología, medicina, biología o educación. Es común que un sexólogo tenga una maestría o doctorado, además de formación complementaria en sexología clínica, terapia de pareja o educación sexual.
Algunas instituciones ofrecen certificaciones profesionales, como la American Board of Sexology o el College of Sexologists International. Aunque no son obligatorias, aportan credibilidad y avalan el conocimiento y la experiencia del profesional.
¿Qué tipos de trabajo puede desempeñar un sexólogo?
Los caminos son diversos. Algunos sexólogos ejercen como terapeutas clínicos especializados en relaciones, disfunciones sexuales o acompañamiento emocional. Otros se dedican a la docencia, al diseño de talleres, a la divulgación científica o incluso al desarrollo de materiales pedagógicos y campañas de salud pública.
También existen quienes trabajan como consultores, escritores, influencers o investigadores académicos. Lo importante es que todos comparten una misión: desmitificar la sexualidad, promover relaciones más sanas y construir una sociedad con mayor libertad y bienestar sexual.
¿Y en qué consiste una sesión con un sexólogo?
Una consulta con un sexólogo no es lo que muchas personas imaginan. No hay desnudez, no hay prácticas físicas, ni tampoco sustitución de pareja. Se trata de sesiones de conversación y orientación, similares a cualquier otra terapia psicológica. Se puede hablar abiertamente sobre fantasías, dudas, dificultades o miedos, siempre en un entorno de respeto y confidencialidad.
Algunos profesionales asignan ejercicios o “tareas” para hacer en casa, como lecturas, dinámicas en pareja o exploraciones individuales. En todo momento, el ritmo y el contenido de las sesiones se adapta a las necesidades y límites de la persona o pareja.
¿Cómo elegir a un sexólogo de confianza?
Actualmente, no todos los países regulan el uso del título “sexólogo”, así que es fundamental verificar la formación del profesional. Asegúrate de que tenga estudios sólidos en el área, experiencia clínica comprobada (si buscas terapia) y valores alineados con el respeto, la inclusión y el enfoque científico.
En definitiva, un sexólogo es mucho más que un “especialista en sexo”. Es un aliado en el camino hacia una sexualidad más plena, libre, segura y consciente. Ya sea para resolver dificultades, aprender sobre el cuerpo o mejorar la comunicación con tu pareja, acudir a un sexólogo puede ser una experiencia transformadora.