Si alguna vez has fingido un orgasmo, no estás sola. Tal vez comenzó como una pequeña “mentira piadosa” para evitar una situación incómoda. Quizás pensaste que con el tiempo se volvería real. Pero los encuentros han pasado, incluso los años… y el orgasmo aún no llega.
Ahora la conexión con tu pareja es más profunda, disfrutas del sexo en muchos aspectos, pero llevas una carga que te incomoda: la sensación de estar siendo deshonesta sobre algo tan íntimo. ¿Cómo se lo dices? ¿Cómo abordas este tema sin herir ni destruir la confianza que han construido?
Respira. No eres la única. Muchas personas lo han hecho, por múltiples razones. Y la buena noticia es que sí es posible pasar de fingir a disfrutar auténticamente del placer.
Paso 1: Decidir parar
Fingir puede parecer inofensivo, pero a largo plazo evita que tanto tú como tu pareja aprendan realmente qué es lo que te da placer. Si estás leyendo esto, es porque ya tomaste una decisión poderosa: quieres dejar de fingir. No necesitas “producir” un orgasmo para que el sexo sea válido. Tu placer importa, con o sin clímax.
Paso 2: Disfrutar el sexo sin presiones
¿Y si en tu próxima sesión de intimidad decides simplemente no buscar el orgasmo? Puedes incluso hablarlo con tu pareja: “Hoy solo quiero disfrutar, sin expectativas”. Centrarte en las sensaciones, los olores, las caricias y el calor del momento puede ayudarte a reconectar con el placer más allá del resultado.
Paso 3: Cambiar el guión
Sí, hablarlo puede dar miedo. Pero muchas veces el temor es peor que la conversación misma. Cuando decidas abrirte, elige un momento tranquilo, con cariño y empatía. Por ejemplo:
“Hay algo que me cuesta decirte porque me da nervios, pero quiero compartirlo porque me importas.”
Hazle saber que disfrutas de estar con esa persona, que valoras su entrega y que estás descubriendo que el sexo puede ser aún más hermoso si se permiten explorar sin la presión del orgasmo como meta.
Paso 4: Reescribir la experiencia juntos
Invita a tu pareja a caminar este nuevo camino contigo. Prueben nuevas formas de dar y recibir placer, bajen el ritmo, enfoquen el juego previo, exploren zonas erógenas sin mapa. Recuerda: no existe una única forma de alcanzar el orgasmo. Y no existe una única forma de disfrutar.
Paso 5: Descubrir tu placer (y compartirlo)
Masturbarte puede ser un recurso poderoso para entender tu cuerpo. Conocer tus ritmos, tus zonas sensibles, tus fantasías… Y luego llevar ese conocimiento a tu vida sexual en pareja. La clave está en comunicar: “más despacio”, “ahí me encanta”, “un poco más de presión”, “no pares”.
Porque al final, cuando eliges dejar de fingir, te abres a vivir tu sexualidad con autenticidad. Te das permiso para sentir, explorar y disfrutar. Y eso, querida, es un acto de amor propio.